Tirar piedras sobre el propio tejado
Bien es cierto que en cualquier profesión se plantean dilemas éticos, desde cometer un fraude para beneficiarse hasta sacrificar la vida de una persona por su propio trabajo. De esto es sobre lo que hablaré en esta entrada, de aquellos dilemas éticos que se plantean en el campo de la fotografía.
Como habréis visto, mis dos últimas entradas trataron sobre el World Press Photo y la fotografía en zonas de conflicto pero no he dado mi opinión acerca de la ética de esta práctica.
Antes de empezar a divagar sobre ello, hemos de saber en qué consiste la deontología. La deontología se define como la parte de la ética asociada a las profesiones, es decir, lo socialmente considerado como comportamiento o aspecto correcto en una profesión.
Todos los días nos llegan noticias, reportajes, fotografías que retratan todo lo malo del ser humano, las miserias, la muerte y la desesperación. Todos los días hay personas que dedican su vida a hacernos llegar estas imágenes, esperando una respuesta desde nuestra burbuja de confort primermundista que, por desgracia, nunca llega a estallar.
En la actualidad, el trabajo del fotógrafo de zona de conflictos posee un carácter expresivo y humano abismal y está más expandido que nunca. Buscando en cualquier periódico o en cualquier galería encontramos fotografías que nos arrugan el pecho y encogen el corazón, pero, por desgracia, esa congoja apenas dura hasta la página de los deportes, pero ese no es el tema que vengo a tratar hoy.
Siempre el trabajo de estos fotógrafos ha sido duramente criticado por motivos éticos y morales, llevándolos a extremos problemas mentales a causa de la presión o, incluso, al suicidio, como el caso de Kevin Carter con su fotografía ganadora del premio Pulitzer.
Otro caso es el de Edward T. Adams y su fotografía "La ejecución de Saigon" durante la guerra de Vietnam, que llenaba las portadas de los medios de comunicación estadounidenses y causó la agitación de los grupos pacifistas de EEUU, hasta que él mismo contó que el ejecutado era un miembro activo del Vietcong.
Cuántas fotografías habremos visto de personas al borde de la muerte (o ya muertas) que nos hacen pensar... ¿por qué en vez de preocuparte por la foto sacas tu VALOR HUMANO y salvas a esa persona? Pues bien, quizá la realidad sea más cruda de lo que pensamos. Como Spinoza dice en su obra "Ética", contrario a la ética cartesiana, los sentidos no son confiables "a priori". Toda la información que nos llega por los sentidos y nuestro primer pensamiento no es, necesariamente, una verdad absoluta o un pensamiento crítico. Hay que llevar esa información al pensamiento y meditar sobre ello para poder llegar a un pensamiento crítico y concienciado que podamos tomar como valor ético.
Considero que esto es lo que sucede, en gran parte, con esta problemática. A priori, vemos la figura del fotógrafo que retrata una persona a punto de morir como el cruel y despiadado ser que prefiere hacer una fotografía antes que salvar una vida. Quizá no nos hemos parado a pensar en magnificar el problema y llegar a un origen: por qué esa persona está a punto de morir y por qué, nosotros, tampoco hacemos nada por salvarlo. Por qué ocurre ese conflicto, por qué hay reporteros retratando aquellos horrores mientras permanecemos en nuestra burbuja, por qué no nos afecta el ver esas imágenes todos los días, por qué no reaccionamos. El reportero, como dijo Gervasio Sánchez, "tiene que sentir el dolor de las víctimas" y queda reflejado en el carácter humano de su trabajo, que intenta concienciarnos cuando llega a nosotros, pero es muy fácil pensar que esa persona es alguien salido del infierno por hacer su trabajo e informarnos y concienciarnos cuando, tristemente, miramos para otro lado en esto último. Por eso, si hablamos de valor humano, el fotógrafo es el que más valor humano posee. Creo que, antes de criticar a alguien por hacer su trabajo, hay que saber lo que está haciendo y cual es su fin; y pensar de forma crítica dónde reside el verdadero problema. En vez de pararte a pensar en ello, observa la fotografía, compártela, haz que llegue a la máxima gente posible y consigamos salvar muchas más vidas que las muertes que un fotógrafo pueda retratar.
Asusta mucho pensar que tenemos más cerca al enemigo de lo que pensamos, que no es alguien sucio y pobre sino alguien con uniforme y buena imagen. También asusta pensar que aquellos que están luchando no importan, que se maten, no son importantes mientras los verdes estén en el azul, coloquialmente hablando, y que así seguirá si no se actúa. Por eso hay que agradecer (aunque no sean plato de buen gusto) las imágenes que estos reporteros nos ofrecen y salir de esa insensibilización (también creada por las altas esferas) para poder empezar a labrar nuestro jardín.
Por último, quiero hablar sobre los concursos y premios como el World Press Photo o el Pulitzer. En mi opinión, creo que lo único que estas competencias aportan es morbo. Entiendo muy bien el funcionamiento de los concursos de fotografía y me parecen muy correctos, pero por favor, no hagan de las desgracias un negocio ni otorguen un premio a la fotografía más cruda del año, porque solo alimentan ese asqueroso morbo, olvidando cual es el fin último de este tipo de fotografía y por lo que se juegan la vida todos los días aquellos reporteros que verdaderamente les importa lo que están haciendo.
No os dejo enlaces, ni más fotografías, ni autores, empezad vuestra búsqueda. Desarrollad vuestro interés por cambiar las cosas, mirad alrededor, pensad y analizad y, sobretodo, sed críticos y autoconsecuentes con todo lo que os rodee. Yo ya he empezado a hacerlo.
Como habréis visto, mis dos últimas entradas trataron sobre el World Press Photo y la fotografía en zonas de conflicto pero no he dado mi opinión acerca de la ética de esta práctica.
Antes de empezar a divagar sobre ello, hemos de saber en qué consiste la deontología. La deontología se define como la parte de la ética asociada a las profesiones, es decir, lo socialmente considerado como comportamiento o aspecto correcto en una profesión.
Todos los días nos llegan noticias, reportajes, fotografías que retratan todo lo malo del ser humano, las miserias, la muerte y la desesperación. Todos los días hay personas que dedican su vida a hacernos llegar estas imágenes, esperando una respuesta desde nuestra burbuja de confort primermundista que, por desgracia, nunca llega a estallar.
En la actualidad, el trabajo del fotógrafo de zona de conflictos posee un carácter expresivo y humano abismal y está más expandido que nunca. Buscando en cualquier periódico o en cualquier galería encontramos fotografías que nos arrugan el pecho y encogen el corazón, pero, por desgracia, esa congoja apenas dura hasta la página de los deportes, pero ese no es el tema que vengo a tratar hoy.
Siempre el trabajo de estos fotógrafos ha sido duramente criticado por motivos éticos y morales, llevándolos a extremos problemas mentales a causa de la presión o, incluso, al suicidio, como el caso de Kevin Carter con su fotografía ganadora del premio Pulitzer.
Kevin Carter - Premio Pulitzer 1994 |
Edward T. Adams - La ejecución de Saigon 1969 |
El ganador del premio Pulitzer en 1973 fue Nick Ut con su fotografía "El terror de la guerra" en la que se muestra unos niños desnudos quemándose por una bomba de napalm lanzada por el ejército estadounidense. Nick Ut fue duramente criticado por esta fotografía a pesar de las pruebas existentes de que él le ofreció agua a la niña, la montó en el coche y la llevó al hospital más cercano, donde no quisieron atenderle hasta que Nick mostró su carné de prensa estadounidense. Ni siquiera el presidente Nixon creyó que esa fotografía fuese real.
Nick Ut - El terror de la guerra - Premio Pulitzer 1973 |
Cuántas fotografías habremos visto de personas al borde de la muerte (o ya muertas) que nos hacen pensar... ¿por qué en vez de preocuparte por la foto sacas tu VALOR HUMANO y salvas a esa persona? Pues bien, quizá la realidad sea más cruda de lo que pensamos. Como Spinoza dice en su obra "Ética", contrario a la ética cartesiana, los sentidos no son confiables "a priori". Toda la información que nos llega por los sentidos y nuestro primer pensamiento no es, necesariamente, una verdad absoluta o un pensamiento crítico. Hay que llevar esa información al pensamiento y meditar sobre ello para poder llegar a un pensamiento crítico y concienciado que podamos tomar como valor ético.
Considero que esto es lo que sucede, en gran parte, con esta problemática. A priori, vemos la figura del fotógrafo que retrata una persona a punto de morir como el cruel y despiadado ser que prefiere hacer una fotografía antes que salvar una vida. Quizá no nos hemos parado a pensar en magnificar el problema y llegar a un origen: por qué esa persona está a punto de morir y por qué, nosotros, tampoco hacemos nada por salvarlo. Por qué ocurre ese conflicto, por qué hay reporteros retratando aquellos horrores mientras permanecemos en nuestra burbuja, por qué no nos afecta el ver esas imágenes todos los días, por qué no reaccionamos. El reportero, como dijo Gervasio Sánchez, "tiene que sentir el dolor de las víctimas" y queda reflejado en el carácter humano de su trabajo, que intenta concienciarnos cuando llega a nosotros, pero es muy fácil pensar que esa persona es alguien salido del infierno por hacer su trabajo e informarnos y concienciarnos cuando, tristemente, miramos para otro lado en esto último. Por eso, si hablamos de valor humano, el fotógrafo es el que más valor humano posee. Creo que, antes de criticar a alguien por hacer su trabajo, hay que saber lo que está haciendo y cual es su fin; y pensar de forma crítica dónde reside el verdadero problema. En vez de pararte a pensar en ello, observa la fotografía, compártela, haz que llegue a la máxima gente posible y consigamos salvar muchas más vidas que las muertes que un fotógrafo pueda retratar.
Asusta mucho pensar que tenemos más cerca al enemigo de lo que pensamos, que no es alguien sucio y pobre sino alguien con uniforme y buena imagen. También asusta pensar que aquellos que están luchando no importan, que se maten, no son importantes mientras los verdes estén en el azul, coloquialmente hablando, y que así seguirá si no se actúa. Por eso hay que agradecer (aunque no sean plato de buen gusto) las imágenes que estos reporteros nos ofrecen y salir de esa insensibilización (también creada por las altas esferas) para poder empezar a labrar nuestro jardín.
Por último, quiero hablar sobre los concursos y premios como el World Press Photo o el Pulitzer. En mi opinión, creo que lo único que estas competencias aportan es morbo. Entiendo muy bien el funcionamiento de los concursos de fotografía y me parecen muy correctos, pero por favor, no hagan de las desgracias un negocio ni otorguen un premio a la fotografía más cruda del año, porque solo alimentan ese asqueroso morbo, olvidando cual es el fin último de este tipo de fotografía y por lo que se juegan la vida todos los días aquellos reporteros que verdaderamente les importa lo que están haciendo.
No os dejo enlaces, ni más fotografías, ni autores, empezad vuestra búsqueda. Desarrollad vuestro interés por cambiar las cosas, mirad alrededor, pensad y analizad y, sobretodo, sed críticos y autoconsecuentes con todo lo que os rodee. Yo ya he empezado a hacerlo.
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