La luz al final del túnel

En esta entrada voy a comentar una de las fotografías que más me han gustado de este World Press Photo 2018. La fotografía pertenece a Carla Kogelman, fotógrafa de la cotidianeidad de los niños. Ha ganado diversos premios por sus series fotográficas con niños y además se dedica a dar masterclass, hacer lecturas y lleva un "workshop" sobre su fotografía.
Es muy interesante cómo en su obra nos ofrece la naturalidad de los niños, inmortalizando momentos muy tiernos. Suele pasar un largo tiempo con sus retratados, convirtiéndose casi en invisible, los niños tienen un afecto muy grande hacia ella. En este World Press Photo se presenta su serie "Waldviertel" en la que cuenta el día a día de Hannah y Alena, niñas que viven en una comunidad orgánica de energías renovables. La fotografía en cuestión es la siguiente:



Como vemos, es un retrato en blanco y negro de Hannah y Alena abrazándose, un momento con una naturalidad y un carácter emocional impresionante. La fotografía está tomada en Waldviertel, un pueblo que se basa de las energías orgánicas y renovables para vivir situado entre Vienna y República Checa, lugar donde viven las dos hermanas. Forma parte de unas serie llamada "Waldviertel" en la que Carlota Kogelman nos muestra los juegos, las sonrisas, los momentos de felicidad de Hannah y Alena de una forma bellísima. Lo que caracteriza a esta serie es la naturalidad del momento, la niñez retratada de la forma más tierna, aquellos tiempos en los que nada era importante. Es capaz de hacer ver al espectador que a lo largo de toda la exposición ha visto crueldades que un mundo con energías renovables es posible y que es posible llegar a sentirnos libres, como Hannah y Alena.

El formato de la fotografía es rectangular en orientación vertical, nos ofrece un plano americano, algo picado y amplio, de las niñas abrazándose. Probablemente haya utilizado un objetivo angular ya que para realizar esta perspectiva debió estar muy cerca de las niñas. Carlota Kogelman sitúa los rostros de las niñas en un punto fuerte de la imagen, utilizando la regla de los tercios, y nos deja aire en la parte izquierda creando un puto de fuga de la imagen. En la fotografía tenemos algunas líneas que nos hacen recorrer el cuerpo de los niños, empezando desde abajo a arriba, en los brazos cambiamos a la otra niña y la recorremos de arriba a abajo. Además, la curvatura del terreno que se aprecia al fondo se corresponde con la curvatura del cuerpo de la niña rubia en primer plano.

Apreciamos una profundidad de campo media-corta, ya que gran parte del fondo se encuentra algo desenfocado, por lo que al utilizar una apertura de diafragma media-corta nos resalta aquello que se retrata. El movimiento es congelado perfectamente por lo que Carlota Kogelman debió utilizar una velocidad de obturación rápida, además imagino que ese momento, esa expresión de la niña rubia o la risa de la otra, debió de ser muy difícil de capturar porque estarían moviéndose continuamente. El valor ISO creo que fue bajo, ya que no se nota demasiado grano y utilizó luz natural del sol, paliada o en alguna hora del día en la que el sol no estuviera muy arriba, ya que las sombras no son demasiado nítidas. La luz les viene desde la derecha, picada, frente a donde miran ellas y es suave, información que nos aporta la dirección de las sombras y la poca nitidez de estas.

La fotografía está realizada en blanco y negro, con bajo contraste, dando la máxima naturalidad al momento posible. El uso del blanco y negro en esta imagen nos hace no perder de vista el sujeto retratado, resaltándolo al poseer las altas luces, además de transmitir y llegar al espectador de forma más directa. En el revelado vemos que no hay sombras demasiado nítidas ni luces sobreexpuestas, es una imagen poco contrastada. Es posible que tenga un ligero viñeteo, o al menos es la sensación que tuve yo sobre ella.


Dejando ya las partes técnicas, toca hablar sobre el significado de esta imagen y hacer una reflexión sobre ella. Creo que Carlota Kogelman es una persona que ha de disfrutar su trabajo al máximo. Para poder captar la naturalidad de los niños de esa forma tan bella debe de, nunca mejor dicho, "pasárselo como una niña". Este trabajo posee una magia y una esencia transparente, es capaz de llegar al corazón de las personas y abrazarlo. Como dije en la entrada anterior, este trabajo estaba situado al final de la exposición. Terminar con estas imágenes tan alentadoras y esperanzadoras cambia por completo la sensación final del World Press Photo. Quiero pensar que las personas salieron de la exposición con los mismos sentimientos que yo, que hayan visto con perspectiva el asunto y sean capaces de concienciarse para conseguir un mundo mejor. Es un punto de vista muy original y necesario, ver la belleza en las cosas cotidianas, como hacía en sus series sobre la infancia Doisneau, y vernos desde los ojos de los niños y ser libres y despreocupados.

Fotografía de Robert Doisneau
Por último quiero hacer una reflexión sobre el carácter humano y emocional de esta fotografía y todo el World Press Photo. El World Press Photo muestra imágenes de las mayores crueldades que el ser humano, tristemente, realiza cada día. Son cosas que ocurren y a lo que estamos insensibilizados, pensamos que esos conflictos están muy lejos y que a nosotros no nos toca. Es muy triste que este pensamiento esté extendido sobre la población y en esta sociedad hace falta mucha autocrítica y mucha concienciación. Estos trabajos fotográficos deberían hacernos ver los horrores que suceden, deberían enfadarnos y replantearnos qué podemos hacer, en qué podemos ayudar, por qué sucede y quiénes son los buenos y quiénes los malos. Deberíamos plantearnos donde quedó nuestra humanidad y nuestra empatía.
Como ya dije, me quedo con el mensaje que he interpretado sobre el final y la exposición de Carla Kogelman. "Podemos vivir en el mejor de los mundos posibles, pero primero hay que labrar el jardín", con esta reflexión termina el libro Cándido, de Voltaire y quiero terminar esta reseña. Las energías renovables, el uso de materiales orgánicos como fuente, los avances tecnológicos, los medios cada vez son más desarrollados y hacen que veamos un futuro esperanzador en el que, como Hannah y Alena, podamos jugar libres en el mejor de los mundos posibles.

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